La política valenciana vive sus horas más intensas. Esta semana será definitiva para saber si la Comunitat mantiene el actual bloque de gobierno o si, por el contrario, los valencianos deberán volver a las urnas. El viernes vence el plazo límite para alcanzar un acuerdo de investidura, y todas las miradas apuntan a Vox.
En manos del partido de Santiago Abascal —y en concreto de Llanos Massó, presidenta de Les Corts— está el desenlace de una crisis institucional que puede cerrar con un nuevo gobierno o abrir el camino hacia unas elecciones anticipadas.
El reloj apremia: viernes, fecha tope
El procedimiento marca un máximo de doce días para que los grupos parlamentarios presenten sus propuestas de candidato o candidata a la presidencia de la Generalitat. Ese plazo concluye este viernes, lo que deja muy poco margen para maniobras políticas o dilaciones estratégicas.
Durante estos días, Massó debe cerrar la ronda de consultas con los distintos grupos del arco parlamentario para comprobar qué aspirante cuenta con los apoyos suficientes. Una vez concluido el plazo, la presidenta fijará la fecha del debate de investidura, que deberá celebrarse entre tres y siete días después.
Para ser investido en primera votación, el candidato necesitará mayoría absoluta; si no la alcanza, habrá una segunda votación 48 horas más tarde, donde bastará con mayoría simple.
Con 40 diputados, el Partido Popular necesita necesariamente el respaldo de Vox (13) para superar al bloque de izquierdas formado por PSPV-PSOE (31) y Compromís (15). Sin ese apoyo, no hay gobierno posible.
Si tras la primera votación no se logra la confianza de Les Corts y pasan dos meses sin acuerdo, el Parlamento se disolverá automáticamente. En ese caso, el president en funciones, Carlos Mazón, estaría obligado a convocar elecciones autonómicas anticipadas, lo que prolongaría la inestabilidad política hasta bien entrado 2026.
Dos escenarios y una sola llave
El primer escenario sería el más lógico: que PP y Vox cierren un pacto esta misma semana, asegurando la continuidad del bloque de derechas y evitando el desgaste de una nueva cita electoral.
El segundo, más incierto, pasaría por una negociación bloqueada o de última hora. Vox, consciente de su papel determinante, podría tensar la cuerda para obtener mayores concesiones. Si el viernes no hay acuerdo, el proceso quedará prácticamente abocado al fracaso y la convocatoria de elecciones será inevitable.
