La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición establece diversas recomendaciones para la correcta conservación, mantenimiento y preparación de los alimentos en neveras y congeladores afectados por cortes de suministro eléctrico
La interrupción del suministro eléctrico representa un desafío importante en la gestión de alimentos en espacios comerciales, instituciones, entornos industriales y, por supuesto, en el hogar, ya que compromete la cadena de frío y puede acelerar el deterioro de productos perecederos, generando riesgos para la salud y la seguridad alimentaria. A continuación, se presentan recomendaciones clave para minimizar dichos riesgos y garantizar la integridad de los alimentos durante períodos de interrupción eléctrica.
Recomendaciones previas
La planificación anticipada resulta fundamental para la conservación de productos alimenticios. Se recomienda mantener los dispositivos de refrigeración a temperaturas no superiores a 4 °C y los congeladores a -18 °C. Agrupar los productos dentro de los congeladores en bloques compactos ayuda a mantener la temperatura por más tiempo. Además, disponer de soluciones de almacenamiento alternativo, como neveras portátiles, gel congelado o hielo seco, puede ser determinante en casos de cortes prolongados.
Procedimientos una vez se ha producido el corte eléctrico
Durante la interrupción eléctrica, es esencial evitar abrir los refrigeradores y congeladores con frecuencia, para reducir la pérdida de frío. En la medida de lo posible, trasladar los productos más delicados a soluciones portátiles de conservación, como las comentadas neveras portátiles y, a ser posible, con hielo en el interior para prolongar la frescura de los alimentos.
Las autoridades sanitarias recomiendan, además, cocinar los alimentos perecederos en lugar de consumirlos crudos, ya que la cocción a temperaturas superiores a 70 °C ayuda a eliminar posibles bacterias y prolonga la seguridad del consumo.
Resistencia de los alimentos
No todos los productos reaccionan igual ante la falta de refrigeración. Los huevos enteros sin ruptura, frutas y verduras no cortadas, quesos duros o la propia mantequilla son más resistentes al tiempo fuera del frío.
Por otro lado, alimentos como leche, yogures, quesos blandos, carnes frescas o pescados requieren mayor control y atención. Según el Ministerio de Sanidad, en caso de tener una cocina a gas o similar, estos pueden cocinarse a temperaturas superiores a 70 °C lo antes posible para evitar proliferación bacteriana.
Técnicamente un refrigerador cerrado puede mantener temperaturas seguras durante aproximadamente 4 horas. Luego de ese periodo, si la temperatura interna supera los 5 °C por más de 2 horas, es recomendable desechar los productos, especialmente carnes, pescados o lácteos.
La conservación de los congelados
En el caso de los alimentos situados en el congelador, si este está completamente lleno, puede mantener la cadena de frío hasta 48 horas; si está medio lleno, hasta 24 horas. Tras la reposición de energía se deben inspeccionar los productos individualmente: aquellos que conserven cristales de hielo o tengan una temperatura interna por debajo de 4 °C pueden reutilizarse o dejar congelados en el interior del congelador. En cambio, si han estado por encima de esa temperatura durante más de 2 horas, es prudente desecharlos, particularmente carnes, sopas o productos lácteos.
Los yogures y helados que se hayan derretido completamente deben descartarse, ya que representan un riesgo significativo para la salud por su potencial proliferación bacteriana.
Evaluación de los alimentos antes del consumo
Al restablecer la electricidad, para una total seguridad se recomienda verificar posibles cambios en el olor, color o textura. Nunca se deben probar los alimentos para determinar su seguridad; en caso de duda, es preferible descartarlos para evitar riesgos a la salud.