Cada 25 de noviembre, numerosos países vuelven la mirada hacia una realidad persistente y dolorosa: la violencia que afrontan millones de mujeres a lo largo de sus vidas. La jornada, reconocida internacionalmente, busca visibilizar este problema estructural y exigir acciones concretas para su eliminación. La fecha coincide además con La Revolución de las Rosas, un movimiento global que denuncia prácticas de violencia obstétrica.
El origen de la conmemoración se encuentra en América Latina. En 1981, organizaciones feministas propusieron establecer un día de lucha que recordara a las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa ), tres activistas dominicanas asesinadas en 1960 por la dictadura de Rafael Trujillo. Su historia se convirtió en símbolo de resistencia y en punto de partida para un reclamo que, con el paso del tiempo, trascendió fronteras.
Casi dos décadas después, en 1999, la Asamblea General de la ONU adoptó oficialmente la fecha e instó a los gobiernos y entidades civiles a promover iniciativas que ayuden a sensibilizar a la ciudadanía. El organismo internacional define la violencia contra las mujeres como cualquier acto que cause o pueda causar daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coacción y la restricción arbitraria de la libertad, tanto en el ámbito público como en el privado.
Un problema global y persistente
La violencia de género no responde a fronteras culturales ni geográficas. Especialistas coinciden en que se trata de un fenómeno arraigado en desigualdades históricas y en la persistente subordinación de las mujeres dentro de las estructuras sociales. Esta violencia adopta múltiples formas: física, sexual, psicológica, económica y simbólica, y puede manifestarse desde la infancia hasta la vejez.
Las cifras expuestas por organismos internacionales continúan siendo alarmantes: se calcula que hasta un 70% de las mujeres sufrirá algún tipo de agresión en algún momento de su vida. En la mayoría de los casos, el agresor es la pareja o expareja, lo que convierte la violencia doméstica en una de las expresiones más extendidas del problema. Pero no es la única. También se incluyen prácticas como la mutilación genital femenina, la trata de personas, los crímenes vinculados a la dote, los llamados “asesinatos por honor” y la violencia sexual en contextos de conflicto armado.
Transformar las estructuras para erradicar la violencia
Expertas y organismos internacionales coinciden en que no basta con denunciar; es imprescindible desplegar políticas integrales que aborden las causas profundas del problema. La educación en igualdad y una respuesta judicial firme, capaz de evitar la impunidad, son consideradas herramientas fundamentales. Alcanzar la equidad de género requiere transformar las reglas sociales que todavía hoy relegan a las mujeres a posiciones secundarias.
El 25 de noviembre se ha consolidado así como una fecha que invita a la reflexión, pero sobre todo a la acción. Cada año, colectivos feministas, instituciones públicas y organizaciones internacionales convocan actos, manifestaciones y campañas de concienciación en busca de un objetivo común: construir sociedades donde ninguna mujer tenga que vivir con miedo.
