El otoño ya se nota en la provincia, aunque de momento lo hace de forma suave. Los primeros días van a estar marcados por temperaturas agradables, alrededor de los 24 o 25 grados, y un ambiente estable que recuerda más al verano que a la nueva estación. Pero esta calma puede cambiar pronto: el cielo mediterráneo es experto en pasar de la tranquilidad a la tormenta en cuestión de horas.
La razón está en el mar. Este verano, el Mediterráneo acumuló un calor poco habitual, con temperaturas más altas de lo normal. Ese exceso de energía se convierte en combustible cuando llega aire frío del norte. El resultado suele ser el mismo: lluvias muy intensas en poco tiempo, a veces con registros que superan los 100 litros por metro cuadrado en un solo día.
En nuestra provincia no es extraño escuchar hablar de las danas o, como se las llamaba antaño, las gotas frías. Estos fenómenos, cada vez más habituales en septiembre y octubre, concentran en pocas horas lluvias torrenciales que pueden causar problemas en carreteras, viviendas y, sobre todo, en zonas próximas a ríos y barrancos.
Lo que ha ocurrido principalmente a primeros de esta semana ha sido un ejemplo claro. En esta ocasión, la ubicación de las lluvias evitó males mayores, pero si se hubieran concentrado en zonas de mayor conflicto, las inundaciones habrían podido ser serias.
De cara a las próximas semanas, lo más probable es que tras este inicio tranquilo lleguen nuevos episodios de inestabilidad. Para la ciudadanía, esto significa estar atenta a los avisos de Aemet, evitar desplazamientos innecesarios en días de alerta y, en la medida de lo posible, mantener limpios y preparados desagües y terrazas en las viviendas.
El campo, mientras tanto, recibe estas lluvias con sentimientos encontrados: necesarias para recuperar la humedad del suelo tras el verano, pero peligrosas si se concentran con demasiada fuerza. En esta ocasión las precipitaciones pueden considerarse, en general, como beneficiosas.
Castellón vivirá, como cada otoño, esa mezcla de días soleados y agradables seguidos de lluvias intensas y repentinas. La clave está en recordar que, aunque muchas veces la lluvia es bienvenida, la intensidad con la que llega en esta época obliga a estar siempre preparados.