Con su arraigado culto a la belleza, los griegos fueron de los mejores peluqueros y estilistas durante millones de años. Un hecho que conocemos gracias al gran legado, sobre todo escultórico, que nos dejaron. Melenas largas con bellos recogidos, mechones cortos que rodeaban la frente y muchas ondulaciones de cabello.
En la Roma clásica era difícil de entender la belleza del pelo natural. De modo que las mujeres adineradas siempre lucían cabellos muy sofisticados. Pero a lo largo de este periodo, evolucionaron.
Debido a la larga duración y a la expansión del Imperio Romano, los peinados de esta etapa fueron variando pues recibieron influencias de todos aquellos territorios conquistados. Los más comunes fueron el pelo recogido y trenzado, melena rizada o también el moño rodeando la cabeza. En la Antigua Roma la peluquería ya contaba con especialidades de cortes, de postizos, incluso de tintes. Ah, y los calvos no eran bien vistos.
Quizá por eso la Edad Media, las costumbres católicas ejercieron su influencia en el estilismo. Pues los clérigos se rapaban la coronilla como símbolo del sacrificio que adquirían al entrar en la vida religioso. Las mujeres llevaban el pelo con raya al medio y trenzados alrededor de sus cabezas y, en muchas ocasiones se cubrían el cabello con un pañuelo.
Por eso, ésta no fue una época que permitiese evolucionar al mundo del estilismo que tuvo que esperar al Renacimiento, donde regresa el culto a la belleza y, por tanto, a los peinados. Los estilistas empiezan a realizar estilos sofisticados y a utilizar joyas, coronas y otros ornamentos, las mujeres empiezan a teñirse.
Ya en la Edad Moderna, el pelo natural recobra el protagonismo en el s. XIX, en detrimento de postizos y pelucas. La evolución del estilismo en el s. XX y XXI es notoria, especialmente en la década de los 70 cuando son varias las tendencias que predominan junto a un inicio de revolución en la moda. Y en los 90 se mezclan todo tipo de modas dando pie a un libertinaje estilístico. Melenas sueltas, coletas altas, colores no muy llamativos… comodidad y simplicidad en la base de cada peinado.
El s. XXI destaca porque la naturalidad es la principal característica del término belleza. Un término que se adapta a una etapa de cambios, de inclusión social, de aceptación personal, de diversidad que anulan el concepto de belleza idealizada y perfeccionista de otros tiempos.
belleza.