Ante el anuncio del cierre de la fábrica de Nordex-Acciona en La Vall d’Uixó (Castellón), la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de la diócesis de Segorbe-Castellón, hace llegar el siguiente comunicado:
1º. Nuestra solidaridad con los trabajadores y con sus familiares. Son actualmente 94 trabajadores, con sus familias, de la comarca de la Plana Baixa que se quedan sin empleo, sin ese bien básico para su vida. Y agradecer la labor que están realizando los trabajadores, los sindicatos, grupos políticos e instituciones públicas en defensa de los empleos. Socialmente hemos de valorar mucho todas las muestras de solidaridad con quienes son tratados injustamente.
2º. El cierre no tiene ninguna justificación y constituye una decisión indecente de la empresa: los trabajadores no son objetos de usar y tirar. Nordex-Acciona fabrica en esta planta góndolas para autogeneradores en un sector, el de las energías renovables, que está en expansión y con muchas
oportunidades de futuro. De hecho, Nordex ha visto crecer de forma ininterrumpida su demanda en los últimos años. Tal como afirma el Comité de Empresa, la fábrica de La Vall d’Uixó tiene una fuerte carga de trabajo, al límite de la capacidad de la plantilla, y obtiene beneficios.
3º. La empresa quiere deslocalizar la producción para obtener más beneficios: lo que hace Nordex es trasladar la producción a otros países fuera de Europa para obtener más beneficios (también ha anunciado el cierre de una gran planta en Alemania). No es que aquí no sea rentable, es que solo le
guía el obtener cuanto más beneficio mejor, a costa de lo que sea, sin asumir ninguna responsabilidad social y tratando a los trabajadores como objetos de usar y tirar. Es un comportamiento completamente indecente y un ataque a la dignidad de los trabajadores y de su trabajo, que merece
todo el rechazo social.
4º. Como sociedad necesitamos una seria reflexión sobre el comportamiento de algunas empresas: aprovechan los recursos de un territorio y a los trabajadores, pero cuando ven que pueden obtener más beneficios en otro lugar tiran lo que han usado y hacen un gran daño a la sociedad. En lugar de comportarse como empresarios decentes que cuidan a la empresa y a los trabajadores, lo único que cuidan son los beneficios de los accionistas. Es lo que denuncia el papa Francisco cuando habla de que los empresarios son sustituidos por especuladores que dañan a la sociedad: “Una enfermedad de la economía es la progresiva transformación de los empresarios en especuladores (…) El especulador no ama a su empresa, no ama a los trabajadores, sino que ve a la empresa y a los trabajadores como medios para obtener provecho. Usa, usa a la empres y a los trabajadores para sacar provecho. Despedir, cerrar, mover la empresa no le crea problema alguno, porque el especulador usa, instrumentaliza, “como” personas y medios en función de sus objetivos de provecho (…) Con el especulador, la economía pierde rostro y pierde los rostros (…) Detrás de las decisiones del especulador no hay personas y, por lo tanto, no se ven las personas que hay que despedir (…) Cuando la economía pierde contacto con los rostros de las personas concretas, ella misma se convierte en una economía sin rostro (…) una economía despiadada”.