10 de septiembre. DÍA INTERNACIONAL PARA LA PREVENCIÓN DEL SUICIDIO
- La persona que se suicida no quiere morir, sino acabar con el sufrimiento vital ante el que no encuentra recursos de afrontamiento que podemos y debemos atender.
- En el Día Internacional para la Prevención del Suicidio, el Col·legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana quiere resaltar el papel fundamental de los profesionales de la Psicología en la detección, medición e intervención. Es clave que aumente el número de psicólogos y psicólogas tanto en el ámbito educativo como en el socio-sanitario.
- “El suicidio se puede prevenir pero para hacerlo hay que replantear los protocolos de detección e intervención”, afirma Óscar Cortijo, vicedecano del COPCV.
- Los psicólogos aconsejan dar visibilidad a este problema social con responsabilidad y rigurosidad para eliminar el estigma.
Detrás de una ideación suicida o un suicidio consumado, siempre hay sufrimiento emocional del cual la persona cree, no puede escapar. Entender e interiorizar esta afirmación es el punto de partida para hacer frente a lo que actualmente, es una problemática mundial. Cada 40 segundos, una persona se suicida en el mundo (OMS); en España, cada día se quitan la vida 10 personas, y en la Comunitat Valenciana – según la Generalitat- en 2020 hubo 430 suicidios. “Son cifras inadmisibles sobre las que hay que trabajar para revertir esta situación”, asevera Óscar Cortijo, vicedecano del Col·legi Oficial de Psicología de la Comunitat Valenciana. “El impacto y la pesadumbre del entorno de una persona que se suicida no debe pasar desapercibido por la sociedad. Todos somos parte de la solución”.
“El suicidio aparece como la salida a una situación que se vive con desesperación, angustia y desamparo. La persona no quiere morir, sino acabar con el sufrimiento ante el que no encuentra recursos de afrontamiento. Debemos atender y responder esta necesidad. Además, -continúa Cortijo- sabemos que el 75% trasmite advertencias previas y conocemos algunas de las señales que nos pueden ayudar a identificar que una persona tiene ideaciones suicidas. No se debe banalizar ni trivializar expresiones contextualizadas como “quiero quitarme la vida o no quiero vivir” junto a otros indicadores relevantes como escribir despedidas, entregar objetos personales, el aislamiento social y la depresión.
Los expertos hablan de factores de riesgo (no tener una red social, sentirse aislado, tener una autoestima baja, alguna enfermedad mental o física, etc.) pero también de factores de protección. Aspectos sobre los que el psicólogo se detiene al considerar que son elementos fundamentales para su prevención, y en los que cabe hacer hincapié con motivo del Día Internacional para la Prevención del Suicidio (10 de septiembre). De esta forma, enumera alguno de ellos como saber afrontar el estrés, tener capacidad para resolver problemas, poseer conciencia de grupo frente al individualismo, desarrollar la autoestima o adquirir habilidades, asegurando que esto pasa por impartir y desarrollar desde etapas tempranas, educación emocional. “Lo que no se mide no se puede gestionar. Hay que evaluar, detectar y detener estas situaciones desde la prevención. Además, la población está sobremedicada. En España se consumen 2 millones de ansiolíticos al día con la intención de solucionar desequilibrios emocionales”, expone con preocupación el vicedecano del COPCV. “Numerosos estudios demuestran que la terapia psicológica reduce significativamente el consumo de psicofármacos”.
En España hay seis psicólogos por cada 100.000 habitantes frente a los 18 que hay de media en la Unión Europea. “Es importante que aumente esta ratio y la inclusión de psicólogos en Atención Primaria y en los centros educativos ya que es el eslabón sanitario más cercano y accesible a la ciudadanía”.
Teniendo en cuenta todo lo que conocemos, “el suicidio se puede prevenir pero para hacerlo hay que replantear los protocolos de detección y prevención y dotar de los recursos humanos necesarios”.
Jóvenes, pandemia y redes sociales
El de los jóvenes ha sido uno de los colectivos más afectados por la pandemia. En 2020 se ha constatado un incremento del 30% de suicidios en personas jóvenes. Para Cortijo esto es resultado de “la tormenta perfecta” que ha generado la pandemia ya que es un colectivo vulnerable al estar consolidando su personalidad, que “necesita del sentimiento de pertenencia y la socialización no puramente virtual entre iguales. Por el contrario, se han visto privados de libertad, no tienen un horizonte vital, han perdido la motivación ante un contexto muy adverso, se han enfrentado a situaciones de miedo y muerte… Es cierto que como nativos digitales las nuevas tecnologías y las redes sociales les han permitido estar en contacto con familiares y amigos, pero los datos indican que no se puede suplir las relaciones personales presenciales”. Además, las redes sociales y conferenciantes pseudogurús extienden lo que el vicedecano llama “la dictadura de la felicidad enlatada”, un concepto al que hace referencia para describir que se tiende a mostrar sólo una imagen idílica e irreal por una parte, y forzar con mensajes poco rigurosos y de forma artificial a que la gente sea feliz. Esto, además de distorsionar el concepto de felicidad, pone el foco exclusivamente en el individuo sin considerar sus recursos psicológicos o el contexto que vive, generando una frustración muy peligrosa al enfrentarse a la realidad del día a día sin las competencias necesarias.
Ante el suicidio, los psicólogos aconsejan dar visibilidad con responsabilidad y con un enfoque riguroso desde los medios de comunicación para eliminar el estigma y concienciar a la sociedad, que en las noticias sobre este tema se informe sobre los recursos existentes, que se evite aportar datos sobre el método empleado, así como dar voz a testimonios positivos “que han podido superar la ideación suicida con los recursos y apoyo necesarios. No podemos mirar hacia otro lado ante este grave problema social, se puede prevenir el suicidio con la detección e intervención temprana desde un enfoque proactivo y no reactivo”, afirma Cortijo.
Esta crisis ha evidenciado que la salud mental afecta a todos los ámbitos de la vida y que cualquier tipo de recuperación ya sea laboral, económica, social o personal, pasa por atender emocional y psicológicamente a la ciudadanía. Sin salud mental no es posible la recuperación deseada.